domingo, 11 de noviembre de 2018

➳ Humano. David Jiménez Flores




Allá donde el viento no susurre al olivo, y solo, tan solo como la luna estés,
allá donde el aullido de cual sea el cobarde de turno no se escuche,
allá donde una doncella deslumbre tus entrañas vestida de seda blanca,
allá donde tu perfección no te acompleje, allá me encontrarás.




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En primer lugar, me gustaría dar las gracias a David, su autor pues sin él no hubiese sido posible la lectura de estos maravillosos versos. Gracias por haber contactado conmigo para darme tan bella oportunidad.

Los poemas de David reflejan la búsqueda incesante de nosotros mismos en la que los seres humanos nos encontramos constantemente en nuestro día a día.


Entre sus versos podemos encontrar diversos temas como son los errores y pecados que los seres humanos con su naturaleza impura cometemos a lo largo de nuestras vidas, del arrepentimiento de haberlos cometido y la lucha por enmendar los errores, de volver a ser feliz en paz contigo mismo; la traición  el dolor que esto provoca en nuestro ser; así como el dolor del amor, amores que pudieron ser y no fueron o que fueron y no pudieron ser; la ausencia, la soledad y lo bonitas que pueden llegar a ser según el punto de vista desde donde lo mires, pues te permiten reflexionar y ahondar aún más en esta incansable búsqueda de conocer qué y quiénes somos; al igual que habla sobre el dolor que el amor provoca, David también nos muestra su lado más tierno al hablarnos sobre la belleza del amor, que aunque a veces duele, es el sentimiento más bello  puro que el ser humano puede conocer y experimentar, pues es capaz de curar hasta la más mortal de las heridas, así como de salvar almas que creímos perdidas, volviendo a tener esperanza en esta raza condenada a autodestruirse. Sin duda, es una acertada crítica a la sociedad actual y a lo que conlleva ser "ser humano" crítica que sobre todo queda muy bien reflejada en su poema número X que sin duda, para mí es uno de los mejores junto con el poema que le dedica a las madres en su poema XXXIII.



La forma de escribir de David no es ni de lejos a lo que actualmente estamos acostumbrados de una poesía ligera y actual a nuestros tiempos con un vocablo sencillo y accesible a todos los públicos. David, es más lo contrario, a pesar de su corta edad muestra un gran manejo de la lengua, creando unos versos con un vocabulario más culto y que por tanto quizás, no tan accesible a todos los públicos. Hace uso del latín y de una expresión similar a grandes poetas de la talla de la generación de 27.

Aunque por su forma de escribir no será del gusto de todos; sin duda, tendrá un público con gustos exquisitos que sabrán valorar su gran talento, pues no es para menos pues en mi opinión, dentro de sí esconde un increíble ser lleno de talento y éxito. 

En su portada, vemos una brújula  blanca estampada en un fondo negro, haciendo que lo únicamente destacable sea la brújula en sí. Este elemento es un reflejo perfecto en lo que las páginas del poemario esconde, pues una brújula es utilizada por los humanos para encontrar el Norte, o una salida, el camino hacía un destino deseado, ¿qué mejor manera de plasmar esa búsqueda incesante del quiénes somos hacia dónde vamos del ser humano? Sin duda es de lo más acertada y aunque sencilla trasmite mucho de lo que David quiere mostrarnos entre las páginas de su libro y eso personalmente a mí me gusta muchísimo, a veces en la sencillez se encuentra la elegancia. 



En conclusión, este poemario a mi me ha gustado muchísimo, pues te hace abrir la mente, pensar y reflexionar, así como valorar lo bello de los pequeños detalles, lo cotidiano y las personas importantes en nuestras vidas. A veces, es necesario pararse a reflexionar sobre estos temas ya que purifican y llenan el alma. 



• PUNTUACIÓN:  4.5/5 

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